sábado, 3 de septiembre de 2011

“El optimismo es una forma de la imprudencia” Pablo Fernandez Christlieb

Es probable que esto que voy a decir sea evidente para alguien, pero también puede ser que no, así que se los quiero decir para que se enteren o sino, para hacer una especie de confesión. Yo carezco de formación literaria y  por eso escribo a puro sentimiento e intuición, bueno, e influencia, y si algo me ha influido en este blog es precisamente el autor de esta frase de quien he tomado el estilo como parte de mi identidad de palabra y si deciden leerlo, a Pablo, cosa que recomiendo mucho, encontraran la evidente similitud en la estructura, con la muy debida proporción entre su experiencia, estudio y conocimiento y el mío. Pero lo que más disfruto de él y por ende trato emular, no sé si con éxito o no, es que Pablo escribe así, como que platicando con una copa de vino en la mano y sin prisa y aunque no lo conozco personalmente y nunca he platicado con él y mucho menos nos hemos tomado una copa de vino sin prisa,  puedo también decir que no solo me enseño según yo a escribir, sino que también a pensar y a reflexionar diferente, pues Pablo es capaz de convertir la trivialidad de lo cotidiano en una extraordinaria peculiaridad.
La frase que expongo en este “post” y que encontré en el último libro de Pablo titulado “Lo que se siente pensar” o “La cultura como psicología”, así viene con dos titulos, me llamo la atención por dos cosas; la primera es que en este ambiente de frustración derivado la caída de imperios, incendio de casinos y elecciones sin elección como que se siente un ambiente que pareciera fumigar cualquier intento de ver las cosas de una manera positiva y eso me hace pensar que no solo el optimista puede verse como un irresponsable sino más bien como un total estúpido e inadaptado social. La segunda cosa, que es lo que me gusta, es precisamente la relación del optimismo con el diseño, pues creo que no puede haber un buen diseñador que no sea un verdadero y autentico optimista.  Cuando se habla de diseñar, es evidente que hablamos de futuro ya que si se hablara de pasado, que a veces es así, pues se hablaría de “aprender a diseñar copiando”, que es la mejor de las formas y que hasta cierto punto es lo que yo hago para escribir, y si no estamos aprendiendo de lo que hablamos es de copiar, que ya no es tan bueno y es por eso que cuando esto pasa en lugar de venir así directa la copia, pues  viene disfrazada de homenaje o de influencia, dependiendo el caso, aunque también es verdad que nada viene así puro, todo  lo nuevo trae un poquito del pasado. El diseño o más bien el diseñador, contrario a replicar modelos existentes y certeros probados en el pasado, que es lo que hacen las licenciaturas e ingenierías, nos dedicamos a inventar nuevos modelos o a retar a los existentes y más ahora que el diseño ha empezado a invadir los ámbitos del negocio y del servicio. El hecho es que inventar nuevos modelos es hablar de futuro y al futuro, pues no cualquiera le entra, de hecho los que sí lo hacen y están muy seguros de lo que dicen, son los que ya caen en lo brujo, prestidigitador o algo si para lo que no se estudia y los que los escuchan pues lo hacen más para tener algo en que creer que realmente para tomar decisiones porque en el fondo saben que lo que se dice no tiene garantía pero como necesitan creer en algo, pues los llaman o los van a ver. Si lo pensamos bien pocos profesionales están tan seguros de lo que pasara en el futuro como los diseñadores y así vamos por la vida muy seguros que lo que diseñaremos en un futuro será extraordinario y eso creo que pasa porque básicamente somos personajes optimistas y sobraría decir que irresponsables porque me he cansado de repetirlo en los post pasados y tal vez lo que ahora me gusto es que descubrí que se oye mucho mejor decir que somos optimistas que decir que somos irresponsables pues por esto de los juicios resulta que las personas, los hombres de negocios y las empresas se sienten más confortables si llegamos a decirles “buenos días, soy diseñador y soy un tipo optimista“ que “Buen día, acaba de contratar usted a un irresponsable” y realmente el chiste de una manera o la otra, es que estamos convencidos de lo que hacemos o en su defecto de lo que quisiéramos hacer, porque solo un optimista podría pensar que este mundo necesita una silla mas o un perchero o una lámpara o una vaso o una canasta de mimbre o un arete o un biombo o un auto o un tenedor pues estrictamente hablando ya hay mucho de todo eso, que está bien diseñado es bello, funciona y cuesta poco y también, solo un optimista puede pensar que con diseño reduciremos el calentamiento global y salvaremos a los bosques y quitaremos el hambre y ayudaremos a los artesanos indígenas y reduciremos la sed, ya que basta ver la dinámica que trae este mundito y su modelo económico para darnos cuenta de la dimensión del problema y que solitos nos estamos llevando a la autodestrucción, porque hay que decir que además de tontos (los seres humanos) somos soberbios creyendo que estamos acabando con la tierra cuando con quien estamos acabando es con nosotros mismos, pero ese es otro tema. Con esto no quiero decir que los diseñadores seamos estúpidos sino al revés, se me hace genial que pese a lo aparentemente imposible sigamos entusiasmadísimos con nuestra “chamba”, que por cierto no es lo mismo que “trabajo”. El diseñador es básicamente un optimista porque tiene la capacidad de preocuparse, o más bien dicho pre-ocuparse, o sea de ocuparse de las cosas antes que sea necesario realmente ocuparse de ellas, o sea que podemos ver las cosas e imaginar el futuro y pensar porque funcionaría o no lo que imaginamos y esto es gracias a tres cosas, la primera, que nos atrevemos a pensar en cosas diferentes, la segunda, por el pensamiento de diseño, que es holístico y abductivo, que es un pensamiento no lineal, ni centrado, ni deductivo, ni inductivo y la tercera por el proceso de diseño, que nos permite una validación constante de las propuestas y por ende una minimización del error en los proceso creativos y es precisamente esta la razón por la cual están siendo estos, el proceso y el pensamiento de diseño, tan usados y ampliamente recomendados por el distinguido señor Tom Peters. La otra razón por la que creo que somos optimistas es porque este pensamiento y este proceso nos dan la extraordinaria capacidad de creer que las cosas van a salir bien en vez de creer que las cosas van a salir mal y cuando hablo de creer me refiero al creer difícil que es el del futuro, porque le creer del pasado es fácil, pues solo se trata de buscar las evidencias, preguntar y ya, quedo asegurada o desechada la creencia.
En resumen, los diseñadores somos optimistas porque somos pre-ocupones o pre-ocupados y porque  somos creyentes de que lo que haremos será bueno la empresa, la institución o el usuario y porque no, hasta para el mundo pues me han dicho que nos quedan cinco mil millones de años antes de que el sol se apague y en ese tiempo, seguro algo se nos ocurrirá hacer con diseño y ya para terminar, si quieres leer a Pablo te recomiendo leer antes “la velocidad de las bicicletas” o “la forma de los miércoles”, te aseguro que los disfrutaras porque el tipo, algo debe tener de optimista.