martes, 23 de febrero de 2016

"To survive, we have to tell stories" Umberto Eco

Que quede claro que esto no se trata de un homenaje. Esto es una mera coincidencia entre lo que anda uno viviendo y lo que sucede de repente y, lo que sucedió ahora que murió Umberto Eco fué que mi amiga Eugenia González posteo la frase está de las historias y coincidió con lo que me anda dando vuelta estos días en mi cabeza.

Las historias o como le decimos ahora en el medio, el “Storytelling”, se ha vuelto una herramienta esencial para poder hacer diseño en este mundo cada vez más lleno de diseñadores y más lleno de objetos. Ya sea por medio de una marca, a través de un estudio etnográfico o generando un impacto en las redes sociales, la creación de una historia hoy en día constituye tanto al objeto como al diseñador, lo que quiere decir, que la creatividad ya no solo se usa para la gestación del producto sino también para la creación de la historia. Pero esas historias creadas son diferentes a “la historia” pasada. Las primeras son resultado de la creatividad, la fantasía y la imaginación y normalmente se generan para proyectar futuros mientras que la segunda, esa está basada en hechos y acontecimientos reales. O sea que es como que un manejo de información y tiempo, uno genera la historia, asumiendo, concluyendo, inventando y después, si la historia es buena, y el producto la válida y el diseñador responde, entonces pasa el tiempo y se hace “historia”. Entonces, literalmente lo que nos inventamos más que una historia es un cuento; que si observamos al usuario… que si el consumidor prefiere… que si el valor de la marca es tal… que si la tendencia… que si el experto… que si el proceso creativo… enfin… es puro cuento que, si lo contamos bien, pues se vuelve la realidad que construye la historia y que despues nos permitirá seguir, avanzar y hacer más y mejores cuentos para seguir adelante. Somos como máquinas donde metemos información y sacamos cuentos y eso, me parece genial, porque significa que no solo puede ser usado para los objetos sino para nuestra vida en sí, lo que quiere decir que lo que podemos ser y en lo que nos podemos convertir, esta directamente relacionado con nuestra capacidad de observar, de retener, de imaginar y de crear y, lo que fuimos o más bien somos, es la coherencia y el acierto que tuvimos entre lo que imaginamos, la forma en que lo contamos y lo que realmente logramos ser. Como alguna vez le oí decir al coach Rafael Echeverría, (no me acuerdo si en vivo o en un libro) “Somos las historias que nos contamos para justificar lo que hacemos…” aunque yo, partiendo de la importancia de la creatividad en la vida la dejaría así: ”Somos las historias que nos contamos para planear lo que seremos…”

Ahora voy a la segunda parte que es la que se me hace más interesante. Por alguna razón, la otra noche me llegó una imagen específica de lo que era mi vida seis o siete años atrás y sin entrar en detalles, recordaba una serie de momentos que ahora son totalmente ajenos a mi vida, mi realidad y mi cotidianidad, pero que sin embargo y a pesar de eso, recordé con gran felicidad, cosa que tal vez no sorprenda tanto. Lo que sí me sorprendió es que después de ese festín de recuerdos no me llego ninguna cruda de nostalgia, tristeza o arrepentimiento, solo fué felicidad. He pasado algunos días analizando el punto, y me surgieron varias teorías que creo se van entrelazando. La primera, va conectada con el tema de las historias, o sea esas que me he venido contando toda la vida sobre aquello que quiero ser y hacer. Desde niño, nunca he dejado de imaginar lo que pudiera ser en mi vida, en algunos casos dio cierto y en otros me sucedieron cosas imprevistas que me han traído hasta donde estoy y, revisando los últimos años, encuentro la constante que cada vez que me cuento un cuento, este es más emocionante que el cuento que ya se volvió historia, o sea que la condición es que el cuento de una u otra manera supera a la historia anterior y no se si sea en cuanto al desafío, la novedad, el reto, el crecimiento, la experiencia o todo junto y a la vez, el caso es que mi visión del futuro es tan emocionante que se equilibra con el sentimiento de felicidad del pasado, o sea, es sentir felicidad y satisfacción por el pasado pero sin anhelo, porque se tiene la certeza que en el futuro viene algo mejor. El segundo punto creo que es la edad. La infancia y la juventud y hasta la misma madurez treintañera, nos dan siempre un sentimiento de vida infinita. Mismo si tenemos plena conciencia de la muerte, parece que los padres siempre fueron y serán padres, los abuelos siempre abuelos y nosotros, siempre seremos los jóvenes… Hasta que van llegando los cuarenta y luego los cincuenta y te empiezan a dar algunos cubetazos de realidad hasta el punto de entender que si, la vida se te está yendo y aunque todo el tiempo te anduvieron recetando eso de que hay que vivir cada día como si fuera el último, pues la verdad es que toma su tiempo entenderlo y hoy, tengo plena conciencia que es así e independientemente de pasados y futuros, hoy me queda claro, como dijeron en el Kung Fu Panda, que el presente es un regalo que no hay que dejar pasar. Vistas las historias que nos contamos y el presente como regalo, ahora voy a conectar con el tercer punto que junta un poco los dos primeros. Una vez mi hijo Horacio cuando tenía como cuatro años estaba viendo una película cuando se le acercó su abuelo y le preguntó jovial como siempre es; “Yayito!! de qué se trata la película?” y Horacio así bien serio se volteó, lo miró con un poco de extrañeza y le respondió “De verla abuelo. Se trata de verla y nada más” y volvió a su película. La anécdota me gusta porque de eso se trata la vida, nuestra vida, solo se trata de vivirla y nada más, solo así, y decir que se vivió mucho porque se vivieron muchos años es un gran error. La vida no se vive con años, la vida se vive generando recuerdos… creando historias.

Cuando analizamos la historia, así en general, esta se construye en base sucesos. Normalmente la historia cuenta el acontecimiento sucedido. Hay historias que no llegan a lo que podrían haber llegado y la ausencia de ese suceso se vuelve también la historia, o sea la memoria de lo que podría haber sucedido y no sucedió. Por otro lado cuando nada sucede, pues no hay historia, ni pasado, ni recuerdo, solo se va la vida en el tiempo. Entonces para que haya historia tiene que haber sucesos, pero por alguna extraña razón llega un momento en la vida en que tratamos de limitar la variedad y la cantidad de los eventos y las experiencias que vivimos, como que nos dosificamos y empezamos a limitar las experiencias, evitamos los viajes, mantenemos los mismos trabajos, nos quedamos en la misma casa, en la misma ciudad, evitamos conocer mas personas… y así, nos contamos la historia de que entre menos cambio es mejor y es el momento creo, cuando el pasado se nos puede empezar a venir encima.

Umberto Eco dijo…”Para sobrevivir hay que contar cuentos” y como yo lo interpreto es: Hay que contarse un cuento bien emocionante sobre lo que el futuro va a ser y hay que ponerle los eventos, unos complejos y otros simples, unos desafiadores y otros placenteros. Los primeros  ayudarán a convertir en historia al cuento y los segundos, esos simples y placenteros, te harán entender que la vida es un presente. Así cuando el pasado se te venga encima y este llamando tu atención, podrás voltear, disfrutar y seguir para adelante con el placer del presente y la emoción de futuro, al menos mientras haya cuerda. Pero si no te sucede así, sino estás sobreviviendo a tus recuerdos, lo que puede suceder es que no estás contándote los cuentos que necesitas contarte y la nostalgia ya te lo está cobrando.