domingo, 3 de mayo de 2015

El mundo tiene mas caras que gestos.



Cuando el hombre tuvo la necesidad de almacenar agua, inicio con las manos en forma de cuenco y de ahí, se puso a crear con materiales y formas todo lo que requirió para su vida, evolución y supervivencia, pasando de la fabricación de la primer jícara, al diseño de una serie interminable de objetos para contener líquidos que van desde la cuchara, la copa de vino, la taza, el plato sopero y la cisterna, hasta las sofisticadas playas artificiales en el Japón. La misma reflexión tengo cuando puedo echarme una paseadita por algún museo de arte donde se pueda observar la pintura y su evolución en el tiempo. Desde la perspectiva tanto de la técnica como de la temática, hemos pasado de pintar con tierra en una cueva a generar obras completas con sangre de animales o pintar usando como herramienta, la vagina. Es un hecho que en nuestro desarrollo como civilización hemos ido avanzando siempre llevando al máximo la diversificación y la posibilidad creativa, pero si a este fenómeno de saturación de propuestas, le sumamos el fenómeno de la industrialización, el consumo, el internet y las redes sociales, el resultado es apabullante.

El diseño empezó a conquistarme cuando era pequeño porque me sorprendía demostrándome que en ese momento de mi vida, en el que descubría y definía el mundo, siempre había alguien que hacia algo diferente. Recuerdo por ejemplo la primera vez que andando en bicicleta alrededor de los viveros de Coyoacán me tope con el Javelin, el Gremlin, el Pacer y el AMX de la marca VAM en México o American Motors en USA (jóvenes millennials si no entienden esto a Googlear) la cual retaba con sus diseños la convencional geometría de la industria automotriz de la época derivada del “diseño para la manufactura” que guiaba al resto de los fabricantes y cabe decir, estructuraba el modelo educativo de las escuelas antes de que llegaran los enfoques artísticos, sociales y sustentables actuales. Por supuesto que en ese momento no lo enuncié así, solo pensé; “esto es diferente, y me hace sentir bien descubrirlo” y de ahí, seguí disfrutando dicho sentimiento cada vez que veía los nuevos autos de la formula uno o cuando visitaba la casa de mi amigo Bertrand Amezcua que estaba amueblada prácticamente en su totalidad con muebles de Knoll. Después de eso decidí que no solo quería sentir en el descubrir sino en el descubrir creando y fue que me volví diseñador, con lo que empezó una cadencia intensa de emociones en diversas y variadas situaciones y experiencias de las cuales aprendí, que la mejor señal para saber cuando algo es nuevo y emocionante es el simple hecho de sentir como mi cuerpo se pone con piel de gallina y lo que me hace escribir este post, es que por primera vez después de veinticinco años de carrera descubro que pocas cosas (en el ámbito de diseño) me pueden hacer sentir lo que me hizo sentir la agencia VAM en el 76.

Siendo concretos y dada la complejidad del tema, quiero partir del hecho que el diseño industrial puede entregar dos cosas, una función adecuada y una forma agradable dentro de una esfera de factibilidad. Después de pensar y pensar, solo alrededor de estos parámetros,  mi conclusión es que estamos llegando a un punto que desde mi perspectiva tiene dos posibles explicaciones y cada explicación tiene un enfoque diferente. Enfocando al diseñador como responsable de la creación, pudiera ser que hemos llegado a un punto de creación en que las posibilidades de atender de mejor manera una función o crear nuevas estéticas con la combinación de volúmenes y superficies ya no van a dar para mas ¿cuántas sillas mas vamos a poder diseñar sin emular algo que existe? ¿cuántas tazas? ¿cuántas formas de luminarias nos quedan que no hayan sido ya exploradas en su forma y función? Desde este enfoque pareciera que el espacio de creación del diseño, como el bosque y como el agua, ya nos lo estamos terminando y hoy, el “ser y resolver diferente” no es un tema tan sencillo, como lo era unos años atrás. La segunda explicación enfocada en la disciplina, es que podemos seguir creando tantas mesas, como libreros, teléfonos, thermos y llaveros queramos con mas y mas formas diferentes, pero es tal ya la diversidad de marcas, modelos y propuestas que la sorpresa por la creación se esta diluyendo, lo que querría decir que el diseño esta perdiendo su valor en la diferenciación por el mismo hecho de la trivialización y saturación de la misma, o sea que las funciones se nos están agotando al tiempo que ser formalmente diferente ya no hace ninguna diferencia. Ante estos escenarios de saturación, podemos ver como diseñadores y empresas están encontrando otras vías de posibilidad, una la del tratamiento del diseño como un arte donde se enfatiza al valor de la creación, del mensaje y del autor per sé, la otra, la de la tecnología, ya sea en procesos, en materiales o en la interacción y conectividad con el objeto y la tercera la de la innovación, donde lo que hacemos es en lugar de combinar formas, combinamos funciones.


Quiero entonces entender que el diseño se esta volviendo una disciplina que ante la saturación pudiera estar perdiendo su valor cuando hablamos solo de diferenciación y, la competencia y necesidad de ser diferentes nos ha hecho perder el foco de lo que es la esencia, que es, lo que de valor se entrega. Y puede ser que ahí este el problema… ¿cual es hoy la definición de valor? ¿es la función? ¿es la forma? ¿es la marca? ¿es la tecnología? ¿es la firma de un diseñador? Creo que ya no lo sabemos, no solo los diseñadores, tampoco los consumidores. Tengo la sensación que hace veinte o treinta años el diseño era una disciplina maravillosa y poco conocida que entregaba rápido el valor por medio de un elemento diferenciador y ahora, ya no lo siento así. Siento que la disciplina, así como hoy la definimos, pudiera esta destinada a volverse un commodity o, para decirlo de una manera mas positiva, a volverse finalmente “democrática” que si no mal recuerdo es lo que soñábamos y clamábamos los diseñadores en los 90´s. Pero no solo nos esta pasando a los diseñadores sino también a los músicos, los escritores, los arquitectos, los pintores, los fotógrafos, los científicos, los veterinarios, los atletas extremos y los vendedores de seguros. Hoy todos nos topamos creatividad, propuesta y exposición como un commodity y los que nos llamamos creadores tenemos que aprender a lidiar con eso pronto o ponernos ya a buscar cuál es la próxima puerta para experimentar, para lo cual lo que se necesita es mucha creatividad. Solo así.

miércoles, 18 de marzo de 2015

¿Cómo podemos dejar de ser humanos para convertirnos en dinamita? Nietzsche

De niño los futuros siempre se sienten lejanos y en mi caso, he de decir, que anhelaba su llegada. No se porque, pero todo el tiempo ya quería ser grande (tal vez esa pueda ser la única cosa de la que me arrepiento). Supongo que también era porque parecía que con el ser grande vendría una especie de posibilidad que en el presente no existía. Creo que el único periodo de inconsciencia sobre el tema fue cuando era bebe y me duro hasta el kínder o por ahí de los 7 años, después fue pura persecución del tiempo. En primaria quería estar en secundaria, en secundaria en preparatoria y luego, ansiaba con terminar la carrera para montar mi negocio. Lo bonita de esas épocas, tanto de la infancia como de la juventud, es que el pasado no pesa, solo es algo simple que se reduce a tirar los juguetes, cambiar de escuela, o a lo mucho, re-encontrar a alguien después de un par de años. Como que en esa edad, todo se cubre con el mismo paraguas, el del presente que parece serlo todo y el futuro, que por su lado, es un enorme paquete que esta ahí esperando, como inalcanzable y casi infinito. Eso solo dura un rato y es como hasta los 28 o 30, que el tiempo se acumula y el pasado te empieza a dar tus bofetadas de 5,6 o 10 años de fuerza, con algún recuerdo que pensabas reciente. Después la cosa se complica mas porque ya no es un solo pasado, sino son uno sobre otro y otro y otro y así, como olas que se van acumulando y perdiendo en la distancia a medida que se van comiendo poco a poco nuestro futuro.

Como todo en esta vida, las cosas se ven diferentes dependiendo desde donde las mires. En diseño y arquitectura le llamamos “perspectivas” y cuando queremos mostrar algo de la mejor manera, le tenemos que encontrar a la perspectiva “el mejor ángulo”. El mismo objeto puede ser bonito o feo solo con cambiar la perspectiva. Lo mismo pasa con los eventos de la vida, pero la gran diferencia es que en el diseño solo usamos la mirada y en la vida, se usan cosas diferentes. El pasado se mira desde el recuerdo, la memoria y la interpretación, que viene a ser precisamente la perspectiva. El presente se siente, con todo, con los sentidos, con el cuerpo, con la mente, con los poros. Al presente te le entregas sinestésicamente y este es fácil, porque aunque se le pueden dar muchas perspectivas, a fin de cuentas o se siente bien o se siente mal y punto, sin tanta reflexión. Finalmente el futuro, ese se crea, se piensa y se imagina. La cosa se complica porque uno se relaciona con otro y el otro con el que sigue y el ultimo con el primero y si no se manejan bien los ángulos, pues las malas perspectivas se pueden quedar para toda la vida, echándose tu pasado, afectando tu presente y mermando tu futuro. El secreto esta creo, en siempre sentir que el presente esta bien y ya con eso, la memoria queda gravada y el pasado queda en una buena perspectiva. Un presente que se siente mal, es un pasado que esta siendo dibujado en una mala perspectiva, desde un mal ángulo. Siempre hay que corregir el ángulo en el presente, sino, el pasado nos quedará mal.

Yo esto de los tiempos lo imagino así. Uno en la vida esta parado en un arco, de esos que les llaman de punto, que están hechos con unas piedras rectangulares que hacen las columnas y otras trapezoidales, que son las que empiezan a generar una curva para venir a cerrar en el punto mas alto, con la piedra final, la del centro, que es mas grandecita y se llama “piedra clave”. Antes de pasar el arco esta el pasado y después de pasarlo el futuro y cada piedra de tu arco es cada uno de los elemento que constituye tu ser y tu presente. Las piedras se elaboran con tiempo y además, y gracias a ellas, puedes delimitar y marcar donde inicia la visión hacia el futuro. Las piedras cuadradas son estables, y ahí siempre estarán, pues son todas esas declaraciones que obtenemos y que nos constituyen como son; las actas de nacimiento, las nacionalidades, los certificados de estudios, las escrituras de las casas, los libros escritos, las lenguas aprendidas y los premios ganados. Las piedras trapezoidales por su lado, es todo eso que se esta moviendo y que vienen a tener una conexión mucho mas directa con lo humano y con el tiempo. Digamos el trabajo, las relaciones, la familia, las amistades, la salud y así. Además hay una argamasa que une las piedras, que no la notamos hasta que nos faltan y que son esenciales para nuestro presente y esas son los calentadores del agua, la conexión de internet, el celular, el auto, la luz, la ropa, los seguros y así. Por el arco pasa el tiempo y aunque algunas personas le intentan poner una puerta, finalmente la puerta siempre se vence. El pasar del tiempo pone, quita y desgasta piedras, cada piedra tiene su historia, y no solo te constituye como un ser en el presente, sino que describe tu pasado y te ayuda a proyectar tu devenir hacia el futuro. Hay piedras que se pueden cambiar y hay otras que se les pueden poner mas piedras encima, pero lo verdaderamente importante es entender que la piedra que detiene todo es la piedra clave y a esa, hay que ponerle mucha atención porque si por algo desaparece zaz!! todo tu arco se cae y aunque pareciera que ahí las piedras siguen, a veces algunas se rompen, desaparecen o se pierden en añicos. Es importante saber cual es tu piedra clave, porque no para todas las personas es la misma. Hay quien la tiene en forma de ahorro o de pareja o de mascota. Hay quienes le dan forma de PhD, de posteos en Facebook o de su mismo pasado, que es cuando lo mas importante que tienes es haber sido quien fuiste, como le pasa a Pelé.


La analogía también me gusta, porque tiene otras cosas interesantes. Por ejemplo, cuando solo vives volteando hacia el pasado y los futuros te sorprenden como si fueran eventos aislados del azar o de la suerte. O no sabes cual es tu piedra clave, o si, pero no sabes de que esta hecha, no tienes el poder de controlarla o no sabes que es posible que esa piedra no aguante la presión a la que la estas sometiendo. Y así, cada quien le puede poner historias a la analogía, a sus piedras y a su arco. Yo por ejemplo, a veces lo dinamito. Hacer eso al principio asusta, porque el resultado es vivir en un espacio sin arco, donde no es tangible nada de lo que te constituye y claro, con eso el presente y el pasado se diluyen con el futuro sin una clara distinción del momento exacto entre el antes y el después. Esta situación puede ser bastante angustiante porque pareciera que uno se quedo solo con su piedra clave y se perdieron todas las demás y esto es igual que vivir o sentir una especie de  exclusión o quedar temporalmente “homeless” y sin futuro claro. Pero si algo he aprendido cada vez que dinamito el arco, es que esa sensación es temporal y por nuestra misma naturaleza humana mas temprano que tarde, siempre se vuelve a construir. Aunque en verdad, lo que importa no es tanto tener el arco construido, sino tener la capacidad de construirlo uno y otra vez con una buena piedra clave, una mirada al futuro, un saco de imaginación y claro algo valor y mucha paciencia.

miércoles, 14 de enero de 2015

“Hay que vivir como se piensa, o se termina pensando como se vive” José Mujica

Como pensamos, que más bien es lo que creemos, se compone de muchas cosas. Desde el DNA de nuestros antepasados, hasta cada simple y sencilla frase que algún día alguno de nuestros padres, amigos o profesores nos dijo, sumado todo esto a algún modelo mental establecido por la historia de nuestra cultura. O sea que somos algo así como un paquetito de juicios que se consolida desde nuestras experiencias, donde se incluye tanto lo vivido como lo soñado y cuya característica es el ser o estar finalmente “educado”, que a su vez se entiende (aquí en México) como la obtención de los comportamientos más básicos como; saludar a las personas, no echar eructos y flatulencias en público, decir “mande” en vez de “que”, no masticar con la boca abierta y mucho menos hablar, hasta cosas más sofisticadas como dejar pasar a las damas, esperar a que todos tengan su plato en la mesa antes de comenzar a comer y por supuesto todas las acciones ecológicas y civiles como no tirar basura, recoger la caca de tus perros y dejar pasar siempre a los peatones, esto entre muchos otros ejemplos. El tema es que el paquete de esta educación es en una gran medida responsabilidad por supuesto de nuestros padres y en otra, también grande, de las instituciones que nos constituyen como cultura, sociedad y país, y si bien, el interés de los primeros, puede radicar en nuestro bienestar, pues el de los segundos, no tanto, y como estas segundas, y a veces los primeros, pasan el rasero a todas las personas por igual, pues las sutilezas de la educación muchas veces se confunden y quedan en un tema que no es ni blanco, ni negro o sea como un gris, que es lo mismo que algo que es difícil de entender y que normalmente cabe en algo así como un ¿Porqué? , que si bien lo piensas, es la palabra preferida de los niños.


Ser niño es el estado perfecto (casi casi como estar de viaje) y por alguna razón, en algo en lo que papás e instituciones coinciden, es en que a ese nuevo ser humano se le tiene que sacar de ese estado para llevarlo al estado de “adulto” cuya principal característica debería ser la “responsabilidad” (aunque realmente no se de donde salió eso, pues existen miles de pruebas que demuestran lo contrario). El caso es que en esta transición, pues es cuando se nos llena la cabeza de “por que´s” que normalmente no llegan a tener una respuesta satisfactoria y lo único que hacen es irnos transformando de niños a camellos, que se esperan dos horas después de comer para poder nadar, hacen la primera comunión sin entender qué significa, le pegan a una piñata para destruirla después de haberla escogido por bonita y dejan de tumbarse en cualquier piso cuando estan aburridos o cansados. Pero eso del Camello, no es que me lo haya inventado yo así de la nada. Resulta que según Nietzsche, después de eso de la educación, todos acabamos como camellos y pasamos gran parte de nuestra vida, sino es que toda, cargando una bola de preceptos sociales y morales apegados a un “deber ser” que es constantemente evaluado y juzgado por sociedades e instituciones. Pero no solo andamos así obedientes y cargando, sino que además la cosa esta diseñada para que nos sintamos orgullosos de las cargas y los preceptos que se nos asignan y dígase con eso, ser “bien responsables”, tener buenas calificaciones, tener trabajo, casarse y tener hijos, atender la tener casa, ser puntuales, peinarse, andar de traje, confesarse de los pecados y así, hasta sentirse orgulloso y feliz por el sacrificio que supuestamente uno hace.
A este tema que inicia con el camello, Nietzsche le llamó “La progresión del espíritu” y en cuanto lo leí, lo primero que vino a mi mente fué cuando en el 2004, tuve que echar para atrás mi declaración de “nunca más usaré traje y corbata” (que si no mal recuerdo fué por ahí del 1995) solo por la incomodidad que le generaba a mis jefes la posibilidad de que yo me vistieran “indebidamente” en las ceremonias de graduación durante mi periodo académico. Resulta que como lo vengo diciendo, después de “la educación” uno termina como Camello; cargador, orgulloso y obediente. Sin embargo, algunos de esos camellos empezamos a revelarnos cuando vienen los “porques” y sacando nuestras conclusiones en forma de “no usare trajes”, “no me cortare el pelo”, “no me casaré”, “no tendré hijos”, “no seré ama de casa”, “no quiero hacer las tareas”, “no le tendré miedo a mi jefe”, “no me quiero fajar la camisa” y así, cosas como las que hacen y dicen los niños, los artistas y los diseñadores y la metáfora de este acto de revelación es la que maneja Nietzsche en la figura de dejar de ser Camello para volverse un León, “el cual se revela contra los preceptos morales para iniciar una encarnizada lucha contra el Dragón”, mismo que por su lado representa todo aquello que domina al camello. El León es entonces la figura del “Yo quiero” y el Dragón del “Tú debes” y cuando el León triunfa sobre el Dragón, es entonces que aparece la última figura en forma de “el Niño”, cuya característica representa la libertad de juicio y por ende la libertad de acción, no para seguir los valores existentes sino para la creación nuevos valores. En resumen, el Camello obedece los preceptos y valores establecidos, el León lucha contra el Dragón el cual  defiende dichos preceptos y el Niño se libera para crear los nuevos preceptos y valores que regirán su vida.


De acuerdo a mi experiencia, el valor de esta progresión, no esta en la permanencia de cada figura. O sea no se trata de abandonar al Camello, luchar como León y regresar a ser Niños. Para mi, el valor está en conocer y entender cómo cada figura se comporta y utilizarla no sólo para transformar nuestro espíritu, sino para la transformación en general, diganse clientes, empresas, parejas, hijos y así. La transformación es una estrategia de acción y es la misma progresión en sí.


Tener la capacidad de pensar como niño, es tener el poder de la creación. Si vivimos pensando que somos creadores, podemos vivir creando. Lo bonito es que a fin de cuentas, uno sale de niño para volver a ser niño, y prefiero entender que no se puede volver sin haber sido una y otra vez Camello y León y cada vez que renace el niño es porque surgió de un León y un Dragón enamorados y que el resultado es un niño cuyo pensamiento y entendimiento del poder, contrario a lo que pensamos, es un tema mas de posibilidad que de fuerza.
He aquí el texto completo de la evolución del espíritu.


El poder del Camello
El camello es servicial, se encuentra especialmente ocupado de llevar a cabo los preceptos que se le han impuesto. La diligencia, hace arrodillarse al camello ante las cargas que se le han impuesto para llevarlas a cabo. Pero eso no es todo, sino que la fortaleza de la que el camello dispone para llevar a cabo los mandatos heredados son parte de su regocijo. La humillación propia es tomada como un valor, así como la dedicación a los otros. El camello es aquél que se arrodilla para recibir las cargas. El camello es el espíritu de carga, de sumisión a los valores y prácticas tradicionales.
El poder del León
En esta segunda figura vemos un espíritu que se encuentra decidido a enfrentarse al deber que implica lo tradicional. Este enfrentamiento lo figura Nietzsche entre el león y el dragón. Por un lado, el espíritu ya siendo león, ansía la conquista de la libertad allá en su desierto poniendo de manifiesto claramente su deseo: el “yo quiero”. Por el otro lado vemos al dragón que es la figura del “tu debes“, es decir, los anteriores valores del camello, ahora puestos ante el león para interponerse entre su decisión y la libertad. El dragón es todos los valores de lo tradicional que el león se atreve ahora a desafiar. El león es el espíritu desafiante que intenta conseguir liberarse de lo moral, destruyendo al anterior camello servicial y venciendo al dragón del “tu debes”.
El poder del Niño
La figura del niño es aquella que representa el tercer momento de la transformación del espíritu del hombre y es aquella que se encuentra en la posibilidad de llevar a cabo el momento positivo de creación de valores nuevos. Nos encontramos que el niño juega, y para este juego es preciso poder decir , para decidir crear efectivamente otros valores y poder (tras haberse retirado del mundo) conquistar su mundo mediante su voluntad. Nada queda entonces del camello ni del león en la figura del niño, ésta se encuentra encargada de la creación de los nuevos valores, es el espíritu creativo, con el cual se culmina en la transmutación de todos los valores.