domingo, 21 de agosto de 2011

Diseñar es tan divertido que se nos hace presuntuoso además querer cobrar por él. #SERdiseñador

Recuerdo en mis inicios profesionales esa sensación de incomodidad que provocaba tener que tocar el tema del dinero y también recuerdo que si podía evitarlo o posponerlo era mejor. Creo que inconscientemente pensaba que al terminar de diseñar el resultado sería tan obvio, que se me pagaría lo justo, sin tener realmente claro, que era exactamente lo justo. Era como pretender que mi cliente asumiera la responsabilidad al ser para mi tan evidente el valor de mi trabajo.  Sobra describir a detalle la cantidad de veces que me frustre y la cantidad de problemas que eso me trajo y si tu, que lees este “post” eres un diseñador o artista con experiencia, seguro sabes a que me refiero y si no, seguro lo estás viviendo o lo vivirás, el caso es que ponerse a trabajar sin anticipos y sin presupuestos, o terminar  y no cobrar nunca porque ya no se toco el tema, fue algo cotidiano en mis inicios en el campo del diseño. Años después ya como académico asesorando a mis primeros alumnos emprendedores o como consultor subcontratando diseñadores jóvenes, me volví a encontrar de manera repetida y constante con la misma actitud, pero ahora vivida desde el otro lado y viéndome clarito reflejado de joven cuando al decirles, “pero cuanto vas a cobrar”, “cuanto quieres ganar” o “cuanto necesitas de anticipo” veía como mis palabras eran evadidas para perderse en el vacío ante la vaga y sutil respuesta de “déjalo, luego lo vemos, yo lo empiezo y ya después lo platicamos” o “no importa, luego vemos, yo no hago esto por dinero” . Y ese después nunca llegaba pero claro, la incomodidad y la frustración, sí. No puedo hablar de estadísticas, pero desde mi experiencia podría decir que tal vez uno de cada treinta se salva de dicha actitud, pocos la superamos y muchos se quedan atrapados en ella durante todo su ejercicio profesional, y es que el tema del dinero y el artista o el dinero y el diseñador pareciera tener la misma relación que tienen el sexo y la religión, el tema espina.
Hoy desde la experiencia y analizando más la situación, veo dos cuestiones importantes que me hacen entender porque nos hace sentir mal tocar el tema del dinero, porque no es precisamente no querer ganarlo, es como una cuestión de integridad o algo así y, sean o no la verdad mis reflexiones, a mí me hacen sentido y me han ayudado y eso es lo que importa. La primera cuestión, que va conectada con el tema de la educación y la historia, es el tema del significado o connotación del trabajo y es un tema también relacionado con modelos mentales. Desde niños estamos sometidos a una cantidad de juicios sobre lo que es el trabajo; “hay que trabajar para ganarse la vida”, “me parto el lomo trabajando todo el día”, “Fulanito se sacrifico trabajando para llegar a ser quien es” y “ahora te mantengo porque eres niño y tienes que jugar y aprender, pero de grande tendrás que trabajar para sobrevivir”. Y así, el caso es que ya sea por haber visto al papa de Mafalda regresar a casa hecho una piltrafa y a Guille diciendo “le mandamos todos los días un papá para que nos regresen esto” o por haber vivido una situación peculiar con nuestros padres, el modelo común es que trabajar es algo que implica obligación y sufrimiento para tener a cambio algo que normalmente es dinero y que también normalmente nunca es suficiente.
Dicho modelo mental de trabajo y obligación o sufrimiento se entiende mas si analizamos la historia y vemos que el ser humano siempre tuvo que hacer algo para sobrevivir, ya fuera de manera nómada o sedentaria, nadie podía viví solo así, quedándose quieto porque o te morías de hambre, te comía un animal o te capturaba un enemigo. Ya fuera sembrar, matar o correr, había que estar haciendo algo. Al parecer, tiempo después con todos esos que capturaron por no correr, estar dormidos o no pelear bien, se invento la figura del esclavo y entonces se pudieron quedar unos sin hacer nada y otros trabajando y sufriendo. Luego se les empezó a pagar a los atrapados, que ya para ese entonces se les había olvidado cómo era cuando eran libres y se volvieron la clase trabajadora, pero a estos, ya no les quedaba muy claro porque estaban haciendo lo que hacían y si no te queda claro eso, pues empieza el sentimiento de frustración, sacrificio y sufrimiento.
Como todo esto son conclusiones mías, llegado este momento, el de mi texto digo, me puse a buscar cual era el origen de la palabra “trabajo” para no andar solo inventándome historias de mis reflexiones y me encanto lo que encontré porque coincide totalmente con mi reflexión. El origen de la palabra trabajo viene del latín tripaliare y esta viene de tripalium que quiere decir, tres palos. Y el tripalium* era en efecto un artefacto de tres palos que se le amarraba a los esclavos para azotarlos. Pero la relación de trabajo con tripalium no viene de pegar, sino de sufrir y se empezó a relacionar con cualquier actividad que produjera dolor que en un inicio era la actividad del trabajo en el campo, la cual los dejaba como “apaleados”. En inglés la relación se hace con labor, también del latín y su relación con el dolor se hace evidente en el uso de la palabra para parir un hijo, también conocida como “labor de parto”, uno de los dolores más fuertes que se viven… me han dicho.
El caso es que por algo el trabajo se llama trabajo y no diversión, porque al hacerlo se sufre, o se tiene que sufrir de alguna manera y la verdad es que el modelito mental está bien plantado pues tristemente es poco frecuente ver a la gente feliz porque tiene mucho trabajo. Trabajo y queja son directamente proporcionales aunque no tener trabajo y queja también lo son lo que hace que el modelo mental nos ponga en una especie de encrucijada porque tenemos que trabajar pero trabajar nos hace sufrir, o más bien, nos debe hacer sufrir o peor si pensamos que todo lo que hacemos en los primeros 20 años de nuestra vida es estar preparándonos para poder en un momento trabajar y si después de tantos años de preparación no lo podemos hacer porque resulta que no encontramos o no hay trabajo, pues también está mal y sufrimos. Sin embargo cuando hablamos de ser pintores, escultores o diseñadores, aunque hayamos estudiado muchos años, mucha gente no lo considera un trabajo “formal” y eso también afecta y la primera reacción cuando decimos que lo queremos estudiar, es la preocupación de nuestros padres quienes empiezan a dudar como podremos vivir de eso que más bien es como un juego o como de a mentiras y, según el modelo mental, de jugar o divertirse, no se puede vivir. Si resulta que ya eres diseñador o pintor entonces lo que te dice la gente al enterarse es; “¿Cómo? ¿y de eso vives?” y si, pues tienen razón, porque aparentemente uno no sufre con eso como sufren los abogados, los ingenieros, los lavaplatos, los taxistas o los plomeros.
Otra parte del problema es que si bien la mayoría de las personas escogen sus profesiones de médicos, arquitectos, licenciados o ingenieros porque “de eso se gana bien” o “se puede vivir”, pues los diseñadores y artistas, incluyendo a los que actúan, no es así porque nosotros lo hacemos porque nos gusta o nos apasiona y creemos que lo disfrutamos, y digo creemos porque muchas veces también terminamos bien apaleados. El caso es que somos unos seres que nos sentimos bien cuando creamos y es por eso que hacemos lo que hacemos pero si esa creación nos hizo sentir bien, aunque estemos apaleados, pues no sentimos que haya sido trabajo, porque no sufrimos o tal vez si pero es un sufrir como el del deporte, que te da satisfacción y no es como el de estar todo el día en una mina sin saber porque sufres, sino solo sabiendo que tienes que sufrir. O sea que el nuestro se trata de un sufrir de sonrisa, querido, provocado, es el sufrir rico que provoca el apasionarse por lograr algo diferente y único.
El caso ya resumiendo es que al parecer, aunque uno que otro pintaba en las cuevas, la mayoría de la humanidad empezó solo cansándose para poder vivir o para no ser atrapado. Después ese cansar se volvió un sufrir y se tenía que sufrir para vivir. Actualmente la sociedad se compone de gente que sufre y cobra por eso y muchas veces cobra para que otros no sufran haciendo lo que él hace. Todos pues andamos tratando de reducir nuestro sufrir, ya sea trabajando lo menos posible o pagando para que nos disminuyan el sufrimiento que provoca moverse, cocinar, limpiar, administrar, educar, cuidar, pintar, construir, fabricar, instalar o pasear un perro. Cada profesión erradica o disminuye un tipo de sufrimiento ya sea con medicina, leyes, taxis, desodorantes o computadoras y el cambio en el modelo consta en no querer recibir dinero porque se sufrió lo suficiente en la propia persona sino porque se redujo el sufrir en el tercero y diseñar también evita sufrir, pues con diseño podemos hacer como los de proyecto H que redujeron el sufrir de la gente al acarrear agua en África, o como Yves Behar que redujo el sufrimiento de los niños que no podían tener computadoras, o como Pirwi que con sus muebles pretenden que la tierra sufra menos calentamiento o como los de BMW que no solo te hacen no sufrir por andar moviéndote en camión o caminando sino que además te hacen gozar tremendamente tanto en el manejo como en la posesión del objeto pues además de transportarte sin sufrimiento te hacen sentir el muy muy, y eso no solo elimina el sufrimiento de una experiencia sino que la vuelve gozosa. Entonces lo importante no es si provocas gozo o reduces sufrimiento con el diseño, lo importante es que sepas que no recibes lo que recibes por sacrificarte sino porque tienes la capacidad de modificar el sentir de las personas ya sea en la erradicación o disminución del sufrir físico o mental o en la provocación del gozo y eso, seguro que se debe de cobrar.
*http://etimologias.dechile.net/?trabajo

3 comentarios:

  1. Cada que leo uno de tus artículos encuentro lo que en el instante se cree imposible y poder seguir con mis proyectos de nuevo !GRACIAS¡

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  2. Mi Mamá estudió enfermería y ella me dijo que cuando estudiaba les decían a las futuras enfermeras:

    "Enfermera que no cobra por una sola inyección, es una mala enfermera."

    Y cada vez que un "cliente" me dice "Diseña y luego me lo cotizas" recuerdo esa frase.

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