domingo, 12 de junio de 2011

“La sabiduría no llega hasta que dejamos de pensar” Chopra.

Hace varias semanas, creo dos o tres que no me siento a ”disenosofar”. Y es que esto es un acto de inspiración y creación como el mismo diseño. Y el último, el de la razón y el corazón me gusto tanto, que como sucede en el diseño y el arte, da cierto miedo volverse a sentar. Normalmente tengo un mensaje claro que decir y eso me hace buscar la frase para desarrollar el tema. De hecho es en gran medida una estrategia; “más te escucha la gente si lo que dices lo dijo alguien sabio, que si lo dices solo porque se te ocurrió”. Por ejemplo, esta frase que acuño como mía, no la puedo poner de titulo, tengo que buscar a un filósofo que haya dicho algo parecido y luego desarrollar el tema alrededor y así, si me creen. Creo que es la misma razón por la cual los PhD en sus “papers” no pueden decir nada que no haya dicho alguien más sabio o estudiado que ellos. El caso es que de un par de semanas para acá, es el enamoramiento del objeto de diseño el que me sigue rondando la cabeza. De hecho puedo decir orgullosamente que el tema ya es del léxico de mi jefe (el de México), de mis pares de ingeniería y mercadotecnia, por supuesto de algunos de mis diseñadores.
Este sábado regrese de viaje. Estuve de visita en los “headquearters” de la empresa donde trabajo, presentando precisamente lo que visualizo como mi trabajo en México. Eran alrededor 180 personas, en su mayoría diseñadores. Yo había preparado, más que una presentación de diseño, un intento de transmitir en unos cuantos minutos lo que es México y como esta realidad, tan diferente a las de los Estados Unidos, termina por influir en la percepción de lo que el diseño puede o debe de ser. El caso es que después de unos minutos y sin tener ninguna diapositiva al respecto, ahí estaba yo, hablando de la importancia del corazón y el enamoramiento. Empecé con la frase que también acuñe y que me encanta; “El diseño es como la religión, si no crees en ella, no puedes ver los milagros” y como no hay religión sin amor, pues es hasta cierto punto el mismo tema. Al día siguiente, en reunión privada con mi jefe (el de allá, porque tengo dos), me sucedió lo mismo y al final pude observar con mucha curiosidad como él, quien ha trabajado para Volkswagen y Ford en el lanzamiento de varios vehículos, terminaba escribiendo con peculiar atención en su libreta, “To make people fall in love with our design proposal”.
El caso es que es probable que mi repentino enfoque ante el tema del enamoramiento de los objetos sea una especie de reacción contra la impresionante maquinaria con la que me topo y cuyo principal objetivo es medir, validar y comprobar todo para no equivocarse, y que la posible frustración que siento se vea aliviada al tomar al amor como la única medida que conozco para encontrar libertad y poder romper las estructuras del razonamiento o dicho de otra forma, justificar que es porque estoy enamorado, que estoy haciendo tantas cosas que aparentemente suenan descabelladas y entonces, así voy, de uno en uno, tratando de enamorar con mis ideas para que poco a poco podamos empezar a hacer cosas diferentes y arriesgadas.
También, en las tantas horas de espera que me tocaron en aeropuertos empecé la lectura de un par de libros. El primero, La Caverna, de Jose Saramago, el cual, si tuviera un diseñador en la historia, esta sería radicalmente diferente, y el segundo, “The Blink”, de Malcolm Galdwell y es en este segundo, que apenas llevo unas cuantas páginas, donde empiezo a encontrar el sustento necesario para ir más allá en mi evangelización por el diseño. Aunque apenas inició su lectura, ya veo una clara relación de lo que busco cuando hablo del enamoramiento y que es, poder tener a la gente, increíblemente experta en su rama, creyendo más en ella, en sus sentimientos y en su intuición, y no en los números que nos están arrojando tantas pruebas, estudios y teorías.
El caso es que si el estar enamorados nos hace hacer cosas aventuradas y yo, con este discurso logro tener un puñado de enamorados actuando con el corazón y tomando decisiones por medio de “blinks” que en fracciones de segundo sintetizan todo su “expertise” y experiencia en decisiones más sabias que pensadas, y si a eso sumo que seguramente habrá quien en la empresa nos cuide con sus precauciones y candados para no hacer verdaderas burradas, la suma o contraposición de ambas fuerzas, seguro deberían de dar mejores resultados que todos cuerdos y alineados. Así que señores enamorados, vamos por mas ”Blinks” y menos tablas de excell y a ver si así, hacemos cosas diferentes.

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